¿Por qué las cosas no son más benévolas con nosotros? Muy al contrario, parecen perseguir continuamente nuestro enojo. ¡Pero si hemos creado a muchas de ellas! Desagradecidas. Tienen su ser gracias a nuestro ingenio, pero ni siquiera son capaces de darse cuenta. La tostada, la maldita tostada. Hombre, ayúdanos un poco y lucha algo contra la física, que a ti te da igual y a mí me evitas un marrón de limpieza y la sensación de que el mundo está contra mí. Pues no señor. La damos sentido embadurnándola con mantequilla y mermelada (es lo que anda buscando, la muy sisdri), y cuando está plena y realizada, se cae al suelo y tú… con cara de triste marmolillo. Gracias.
¿Por qué la física ha determinado ser nuestra enemiga? ¿por
qué no se ha aliado con nuestra creatividad? ¿no le gustamos o es que nos ha
cogido pelusa como codueños de secretos máximos?
Quizá es que nuestro pensar se ha alejado de sus métodos. A
lo mejor es porque desde antiguo estamos empeñados en desconfiar de lo que tenemos delante de las narices o de tener una visión triste, derrotada o insegura de lo existente. Por ejemplo, y remontándonos a un tiempo próximo, la dialéctica negativa de Adorno, los significantes vacíos
de Laclau, la izquierda lacaniana o la deconstrucción de Derrida, en su búsqueda de la compleja realidad, en el
fondo se alejan de lo bueno que nos ofrece y su propia naturaleza. Va a ser eso. Sí, está muy bien que no aceptamos
que nos vendan ideas simples y “verdades” que en realidad son tramoyas,
escenarios donde podemos llegar a ser autómatas o espectadores que no piensan,
solo consumen. Correcto y de acuerdo, el mundo es diverso, complejo y a veces
(no siempre) efecto de las perversiones anteriormente citadas, pero en la
búsqueda de esa complejidad, diversidad, ¿por qué los nuevos valores o significados
ofrecidos tienen que acaparar la supremacía? Se han convertido, así, en nuevos
dogmas, así que ¿dónde está ahora la rebeldía, la contra, la casta? La
descalificación de los oponentes que está llevando a cabo esta nueva izquierda inconcreta.
Debatamos, pero no cambiemos por el prurito de hacerlo o
para arrimar el ascua a nuestra sardina. Por cierto, Guy Debord acabó pegándose
un tiro y Mark Fischer se suicidó en su casa. A ver si es que buscar la “verdad”
entraña el riesgo de convertirnos en unos “huevos tristes”. Ojo. Todo es
complejo y creo en la symploké platónica, que, por cierto, entraña el concepto
de contingencia. Hay malas personas, pero no siempre; las verdades son útiles,
pero no siempre. Yo suelo ser muy escéptico, pero no siempre, y me encanta la
música, pero… No siempre el ser es, amigos.
Claro, así está la física. El día en que la tostada caiga
hacia arriba será un indicio de nuestra reconciliación con la naturaleza. Pero
mientras tanto… ¡desagradecidas!
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