viernes, 20 de noviembre de 2009

EL DIARIO EL PAÍS Y LA CUESTIÓN NACIONAL/REGIONAL DURANTE LA TRANSICIÓN

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I. INTRODUCCIÓN


El hecho de abordar la labor informativa de El País en este periodo en cuanto al aspecto nacional / regional, responde a varias razones. La primera de ellas es porque este diario fue uno de los medios de mayor calidad intelectual en la Transición, convirtiéndose en el paradigma del periodismo progresista de calidad. La segunda, no sólo para investigar sobre sus posturas en cuanto al Estado, las regiones y las nacionalidades históricas (por las cuales recibió no pocas críticas, como del diario Informaciones, que le acusó de “antinacionalista”, Avuí, Diario de Barcelona, etc. ), sino para conocer la evolución editorial que sin duda se produce en su seno al ritmo de los acontecimientos durante los dos años que aborda el trabajo, hecho que demuestra la vitalidad de este rotativo y su positiva implicación hacia los cambios fundamentales que se estaban operando en nuestro territorio.


Este momento tiene el atractivo añadido de responder al periodo más plural del diario, pues en su seno se hallaban diversas tendencias ideológicas, fruto del talante abierto de su gran accionariado (previo al “imperio de Polanco”), con contribuciones de plumas de tanto calibre y disparidad como las de Serrahima, Menchaca, Fraga, Marías, Cebrián, Alzaga, García de Enterría, Tamames, Gil Robles, Recalde, De la Cierva, Laín, Senillosa, Sabater, y tantas otras. No serán éstos objetivo de análisis, pues corresponde a los editoriales en su mayoría, pero la calidad de sus interpretaciones ha sido para mí un valioso aliado en la comprensión de tan importante periodo histórico.

Los documentos que acompañan al trabajo han sido localizados en la Hemeroteca Municipal de Madrid e impresos desde la hemeroteca virtual de elpais.es. He optado por esta forma de presentación, ya que la calidad a partir de microficha (Biblioteca Nacional de España) dejaba mucho que desear y la tardanza en la obtención de fotocopias directas era inviable. Sólo en contadas ocasiones he tenido que usar éstas, pues los documentos no estaban disponibles en el portal, debiendo digitalizarlas y retocarlas en algunos casos para mejorar su lectura. En varios documentos extraídos de la web hay algunos errores tipográficos y compositivos, pero no afectan a la compresión del texto. Todos los presentados en este trabajo llevan la abreviatura DOC y su número ordinal correspondiente. Sólo indicaré el número de página en los artículos no editoriales, pues estos últimos se localizan siempre en su columna habitual (Opinión), casi siempre situada en la página ocho del diario. Para ayudar a la localización de párrafos textuales o interesantes por el contexto descrito, he incluido éstos entre corchetes.
II. EL PAÍS Y LA ÉPOCA DEL “PARLAMENTO DE PAPEL” (4 de mayo de 1976 - 15 de junio de 1977)

El nacimiento de El País, el 4 de mayo de 1976, coincide con la última presencia del franquismo en la política española. Carlos Arias Navarro es el jefe de Gobierno, que pronto se verá sustituido por un joven Adolfo Suárez (3 de julio), iniciándose un paulatino desmantelamiento del sistema político heredado. Es un periodo que puede dividirse en dos fases: la primera supondrá el inicio del fin del sistema político franquista, ratificado con el referéndum para la Ley de Reforma Política, en diciembre de 1976 (cuyo voto afirmativo supuso el replanteamiento de posturas de los partidos políticos de la oposición). La segunda abarca desde aquí hasta las primeras elecciones libres, en junio del año siguiente (que supuso la toma de posiciones para los mismos).

II.a.- Del nacimiento de El País a la reforma de Suárez: (4 de mayo - 15 de diciembre de 1976).-

La situación.- España se hallaba en ese momento en una encrucijada decisiva, pues Suárez anuncia su Ley de Reforma política, es decir, la confección de una monarquía parlamentaria bicameral y democrática, que tendrá su aprobación popular en el referéndum de diciembre. Por supuesto, esto implicaba el desmantelamiento de las estructuras del régimen franquista. El bunker franquista, el ejército, las amnistías (el día 4 de agosto se llegaron a amnistiar a 400 presos políticos sin delitos de sangre), las legalizaciones (Los días 4 de mayo y 9 de junio se habían aprobado las leyes de reunión y de Asociación de Partidos Políticos, respectivamente) y los grupos terroristas, hacían más difícil un panorama ya de por sí bastante complicado de resolver. En cuanto a oposición, aglutinada en su mayoría en la denominada “Platajunta”, eran partidarios del abstencionismo en el referéndum y la ruptura política frente a los postulados del gobierno. El triunfo de la propuesta de Suárez les hizo cambiar sustancialmente de posición y aceptar la vía reformista.

En Cataluña, la oposición al franquismo se hallaba representada por el Consell de Forces Politiques (la tradicional Assemblea perderá poco a poco su fuerza en virtud del progresivo protagonismo político que se estaba operando), y la figura de Tarradellas en el exilio. La diferencia entre la posturas del Consell (donde irá cobrando protagonismo Jordi Pujol) y Tarradellas se centrará en que los primeros piden como primer paso el restablecimiento del Estatut, y el segundo, el de la Generalitat. A la postre, serán el “President” y Suárez quienes negocien.

En el País vasco, el ascenso del PNV es notable, y en este caso no será el lehendakari en el exilio el rector de la acción política. Hay fuertes peticiones de restablecimiento del régimen foral y de las instituciones vascas, de legalización de la Ikurriña y de amnistía total. ETA, ya escindida desde 1974 en sus ramas militar y político-militar, sigue azotando, constituyendo uno de los más graves problemas para la reconstrucción de Euskadi y del sistema democrático en general. La Koordinadora Abertzale Socialista (KAS) se había creado en el mes de agosto.

En el caso gallego, el nacionalismo tiene una pujanza mucho menor que en los casos catalán y vasco. El nacionalismo de centro está representado por el Partido Popular Galego, y el de izquierda por la Unión do Pobo Galego. Este último de unirá al los partidos socialista y socialdemócrata gallegos para formar el Consello de Forzas Políticas Galegas, que no sobrevivirá a este año por fuertes distensiones internas. Su programa recoge el tono de federalismo y la autodeterminación que propugna la “Platajunta”.

El País.- Los primeros artículos del nuevo medio consistirán en un planteamiento de posturas políticas, sobre todo de ideología liberal y progresista, pero también incluye un buen número de interesantes análisis sobre diferentes expertos de la cuestión regional. Los editoriales giran principalmente sobre tres aspectos: la definición del futuro Estado, la definición catalana y el problema terrorista en el País Vasco. Mucha menor notoriedad ensayística conceden al caso gallego, y muy escasa al resto de las regiones.

En cuanto a la definición del Estado, hay varios y excelentes artículos (pueden destacarse los de García de Enterría, días 21 al 26 de junio, y el de Francisco Ayala, el 21 de noviembre). El editorial del 30 de junio aboga por una fórmula intermedia entre el federalismo (pues España “carece de esta tradición”, atribuyendo El País un 10% de españoles como únicos votantes de esta opción) y la mera descentralización administrativa). El País pide un estado que responda a las legítimas demandas regionales (regionales, autonomistas, no cita las palabras nación o nacionalidad), pero sin poner en peligro la consecución de la democracia ni al mismo Estado.

Es interesante citar tres editoriales referidos al referéndum, como dije antes, vital para el cambio de rumbo en la estrategia rupturista de la oposición. El diario dice reservarse su opinión, dando legitimidad a la opción abstencionista, como expresa el 24 de noviembre , en el que indica lo que a su juicio es una irregularidad: la falta de espacios de debate en televisión de las fuerzas políticas de oposición, el hecho de que se celebre el referéndum en día de diario y la falta de claridad. Otro editorial del día 26 de noviembre , incide en la necesidad de dar capacidad de expresión a todas las fuerzas políticas, “legales, legalizables y no legalizables”, y otro más del día 30 , vuelve a romper una lanza por la postura abstencionista, pues indica que, ante la evidencia de victoria de la propuesta del gobierno, “es por cuanto será un error privar a la oposición democrática de la posibilidad de defender sus tesis en libertad”.

En cuanto al tema catalán, el diario recoge un buen despliegue de artículos (Antón Cañellas, 15 de mayo; Jordi Maragall, 12 de septiembre) y entrevistas (Tarradellas, 15 de agosto ; Pujol, 20 de agosto ). Su editorial del 1 de septiembre es el más importante, pues levantó muchas ampollas. Comienza en contra de la supremacía de Tarradellas en la negociación con el Estado, en detrimento de las fuerzas políticas que, a su juicio, debían negociar con éste el día 4 (Consell y Coordinación Democrática). Para el diario, hay un intento de “derrumbe” del Estado español por esta postura, a lo que ayuda el uso “indiscriminado” en los medios catalanes del término “nacionalidades”, referido a su sentido de “condiciones étnicas, lingüísticas, gráficas o históricas”, y no de “entes de derecho” (El País se suscribe así a la tesis de “patriotismo constitucional” de Habermas), calificando al nacionalismo no dialogante de “periferismo disgregador, cantonalista y paleto”, que va en detrimento de la reconciliación nacional de un estado de más de quinientos años y que, por virtud de ser un ente de derecho, comparte su status con las únicas otras dos “nacionalidades” de la Península Ibérica: Portugal y Andorra.

Ni que decir tiene que las reacciones fueron diversas e indignadas, hasta el punto de que otro editorial del día 3 de septiembre ha de incidir en el talante abierto y dialogante del periódico (este artículo fue publicado en castellano y catalán), aunque reafirma su tesis antifederal. Asimismo, incide en la necesidad de un diálogo abierto con otras regiones “otras zonas del país de las que procede hoy la fuerza del trabajo que contribuye a la riqueza catalana o vasca [...] Los nacionalistas agraviados, además de hacerse oír, tendrán que escuchar las voces de esas tierras cuyo atraso hay que remediar entre todos”. Como muestra de los artículos en contra , pueden destacarse los editoriales del mismo día 3 de Avui (que le acusa de resucitar los fantasmas antinacionalistas), la renuncia a su acción en el Grupo Prisa de Francesc de Paula i Burguera (también a través de Avui) o la acusación de “segar la hierba bajo los pies de tan buenas intenciones” del Diario de Barcelona. Ya el día 4 de septiembre, el futuro senador Joseph Benet escribe en la Tribuna de El País sobre el desconocimiento de la cuestión catalana, la falta de respeto hacia la persona de Tarradellas, el desconocimiento histórico del articulista, la presencia de la Assemblea en la reunión de Madrid y la modestia reivindicativa catalana (estatuto de 1932, “un texto que reconocía a Cataluña atribuciones autonómicas mucho menores de las que disfruta un Länder alemán”).

En cuanto al País Vasco, muchos fueron los artículos vertidos en el diario, procedente de grandes personalidades académicas, destacando las seis entregas de José Miguel de Azaola (19, 20, 21, 22 y 25 de mayo). El País no hace aun editoriales de ensayo sobre la cuestión vasca, centrándose más en los hechos violentos que allí se suceden. En el editorial del 10 de septiembre , hace una defensa de la Ikurriña, lamentándose de los incidentes de San Marcial, en el que una manifestación que portaba la enseña vasca fue duramente reprimida por la policía. En otro editorial, del día 21 , celebra la autorización de la bandera decretada por el gobierno.

ETA sigue su triste actividad y El País reproduce en sus editoriales tanto su más enérgica repulsa a los atentados (editorial del día 5 de octubre , sobre el asesinato del jefe local del Movimiento de Basauri y cuatro funcionarios de policía en San Sebastián), como su adhesión a la protesta del gobierno español a Francia por la celebración de una rueda de prensa de tres miembros de ETA en el país vecino (8 del mismo mes), en cuyo artículo , el diario adjetiva a la organización de “terrorismo profesional, bastante más pragmático de lo que se cree y en el que, en definitiva, se cumplen encargos”. En un artículo del 8 de diciembre , el diario alude a la distinta política practicada desde Madrid hacia catalanes y vascos, en claro detrimento de los segundos.

El referéndum arrojó un resultado claro hacia el “sí” (94,5%, con un 21,7% de abstención), pero en las nacionalidades históricas la abstención fue muy elevada (Galicia: 31,4%, Cataluña: 30%, País Vasco: 45%, aunque la abstención en Vizcaya superó el 50%), dejando clara la existencia de un serio problema regional a resolver. En su editorial del día 16 de diciembre , El País incide sobre esta realidad y se hace eco del temor existente en esos momentos sobre si la reforma es un transformación bajo raigambre franquista o albergaba un deseo real de reestructuración democrática con diálogo de todas las fuerzas sociales.

Su postura, en cualquier caso, resulta dialogante y abierta (“parlamento” de firmas tan preclaras como dispares), reconocedora de las peculiaridades regionales, pero no federal, sino proautonomista, dentro de una firme defensa de la realidad del Estado español, democrático como premisa fundamental. Pocas veces alude “sin comillas” a términos como “nacionalidad histórica”, pero esto se debe a que prefiere la creación de un estado de nuevo cuño, sin lastres históricos.

II.b.- Del Referéndum a las primeras elecciones generales (15 de diciembre de 1976 - 15 de Junio de 1977).-

La situación.- Los resultados del referéndum trajeron, pues, consecuencias fundamentales. Ya estaba dado el paso decisivo para acometer una reforma política que, para ser real, necesitaba desde ahora a las fuerzas de la oposición. Poco a poco, los partidos abandonan sus tesis rupturistas y comienzan a situarse bajo parámetros de participación y diálogo, lo que supondrá su paulatina toma de posición en el espectro político español a la vista de las primeras elecciones, previstas para junio de 1977. Fuerzas como PCE y PSOE acatarán al rey dentro de un sistema parlamentario democrático, y abandonan paulatinamente el discurso marxista. Los pactos, alianzas y programas, son, asimismo, información viva y diaria.

El gobierno debía rematar el sistema franquista (el 1 de abril desaparece la Secretaría General del Movimiento), hacer frente a una inflación del 20%, decretar las normas que regirán la nueva ley electoral (decreto de bicameralismo del 18 de marzo), legalizar las formaciones políticas democráticas (realizado entre febrero y mayo), crear el marco de diálogo (Comisión de los Nueve), permitir la acción sindical (28 de abril: legalización de las centrales sindicales) y afrontar el problema terrorista en varios frentes (matanza de Atocha, secuestros de Oriol e Ibarra, acciones del MPAIAC, etc...). Por otro lado, el panorama monárquico queda totalmente aclarado por la cesión de Don Juan a sus derechos (14 de mayo). En cuanto a las próximas elecciones de junio, Adolfo Suárez aglutina a las fuerzas centristas en la coalición UCD, y la derecha más renovadora del postfranquismo se une en torno a AP, con Manuel Fraga a la cabeza.

Cataluña se encuentra en plena lucha de liderazgo entre Pujol (designado para la Comisión de los nueve) y Tarradellas, que ganará éste último. La izquierda, muy fragmentada, trata de unirse (12 de marzo: Frente de izquierdas: FNC, ERC, PSC-R, EC; 5 de abril: fusión PSOE-PSC), y el 14 de junio tiene lugar un mitin en Montjuich de todas las fuerzas políticas pidiendo el regreso de Tarradellas y la restauración del Estatut. Por otro lado, Jordi Pujol ve declinar poco a poco su papel como negociador; además el Ayuntamiento de Santa Coloma le eleva una protesta el 27 de febreero por los términos en los que se refiere a los andaluces en su libro “La emigración, problema y esperanza para Cataluña”, que será obligadamente respondido por el propio líder catalán en varios artículos .

El País Vasco, por su parte, contempla el ascenso de Carlos Garaicoechea a la dirección del PNV (13 de abril) tras la Asamblea de Iruña de finales de marzo, con una declaración de principios foral, autonomista y democrático. El grupo navarro del PNV se hizo con el poder sobre el feudo bilbaíno. Por otro lado, persiste la radicalización de ETA, agravándose el panorama con la prohibición de celebrar el Aberri Eguna y las amnistías parciales, generándose actos violentos y fuertes tensiones (el 14 de abril, el PNV se va de la Comisión de los Nueve). El gobierno tratará de asegurar la paz con la autorización de la Ikurriña, las amnistías y el restablecimiento de las Juntas Generales.

El panorama gallego se presenta complicado, con fuertes enfrentamientos entre los nacionalistas radicales (UPG-ANPG) y con el rechazo de la izquierda de Paz Andrade como negociador en Madrid. Cobra fuerza la reivindicación andaluza, que pide su autonomía regional el 25 de enero, y el 10 de marzo se constituye el Partido Nacionalista Canario.

El País.- El rotativo se halla muy centrado en este periodo en los posicionamientos políticos de los partidos y en la reforma política, acogiendo algunos artículos interesantes sobre la estructura del estado, como los de Antonio Menchaca sobre el federalismo (días 6 y 7 de abril). En el aspecto editorial, es de destacar uno que no deja lugar a dudas de su talante descentralizador. Es del día 27 de enero , y en él recoge este interesante párrafo sobre como desmantelar el viejo centralismo: “atribuyendo competencias y recursos, según criterios que queden firmemente anclados en las reglas constitucionales, a las entidades periféricas: entidades locales, provinciales, regionales o nacionales”. No obstante, también recoge un comentario en desacuerdo sobre la ventaja que suponen los conciertos económicos vascos.

En cuanto a Cataluña, también se recogen interesantes análisis, como los artículos de Ramón Trías Fargas de los días 23, 25, 27, 28 y 29 de enero. El proceso de pactos políticos y la configuración de Tarradellas como claro negociador con Madrid, genera un editorial (día 9 de enero) que comienza por un juicio valorativo de las declaraciones de Tarradellas el día 7 , en las que expresa su pesar por la presencia de Pujol en la comisión, cuando “La Generalitat [...] debe pactar directamente con el gobierno de España”. No ve con buenos ojos el protagonismo de Tarradellas y su acaparamiento de las instituciones a su alcance (“por no hablar ya de su deseo de convocar un parlamento que tenga como única función y honor la tarea de asesorarle en sus negociaciones con el Gobierno de Madrid”). A continuación, se muestra en contra del restablecimiento sin más del Estatuto de 1932, al que califica de anacrónico, obsoleto, y hoy día, incomprensible para la mayoría de la población, inclinándose decididamente por uno de nuevo cuño: “Pensemos desde ahora en un estatuto de autonomía de 1977, inspirado o no en el concreto instrumento jurídico aprobado en 1932, pactado en una Cataluña de hoy, inserta en una España nueva y democrática”.

Tampoco en esta ocasión se hizo esperar la respuesta: el editorial de Tele/Expres (11 de enero) , incide en la acusación de anacronismo de El País como recelo del diario ante una realidad ampliamente reivindicada por la población catalana desde que les fue arrebatado el estatuto del 32. Igualmente, Mundo Diario ofrece su columna el día 12 una crítica a todas las tesis expuestas, afirmando además que “al Estatut del 32 se le considera como un vínculo de unión con el resto del Estado”.

El último editorial sobre Cataluña de este periodo es el del 11 de junio , en el que hace un repaso de las estrategias de los partidos y coaliciones de ámbito nacional en Cataluña, con vistas a las inminentes elecciones. Tras un elogio de la capacidad de conexión de la izquierda con el catalanismo, es significativo su párrafo final: “Pero la mejor prueba de que el nacionalismo no es la única pauta de organización de la vida política catalana es el fracaso de la proyectada candidatura unitaria de todas las formaciones políticas autonomistas”.

En cuanto al País Vasco, además de una entrevista a Manuel de Irujo (25 de marzo), los editoriales son esta vez muy numerosos, como corresponde a la larga cadena de conflictos que se registraron en torno a la amnistía, los excarcelamientos y las acciones terroristas. Uno del día 2 de enero , recuerda el origen del problema de la espiral acción-reacción en una “torpe mentalidad de ocupación”, a lo que una parte amplia de la población “ha replicado a su vez con una mentalidad de resistencia”. El diario incide en la necesidad de desterrar el centralismo, aprobar la amnistía total para delitos no comunes y régimen autonómico, y recuerda que “el pueblo vasco debe ser consciente de que su futuro va unido al de la comunidad española”. En cuanto a la amnistía, otro editorial, el día 15 , advierte al Gobierno del peligro de llevar a cabo una amnistía escalonada, pues juicio del diario, sería una excusa perfecta para que en ese transcurso siguiera teniendo vigencia la idea de que “sin presión callejera no hay liberación de los presos”, y la violencia pondría en peligro la negociación con los sectores autonomistas. El País se muestra siempre favorable a la vía del entendimiento, como celebra en su editorial del día 21 en cuanto a la autorización de la Ikurriña, aunque las medidas del gobierno le parecen insuficientes, como en el del día 6 de marzo , sobre el anuncio gubernamental de restaurar las Juntas Generales de Guipúzcoa y Vizcaya, un “amago” sobre el asunto real: el régimen autonómico, o el del día 11 del mismo mes . La violencia sigue siendo, lógicamente, preocupación prioritaria del diario, y así lo manifiesta en el editorial del día 15 , en el que sugiere la mínima utilización de la violencia por parte de las fuerzas de orden público, pues considera aquella como el efecto de la represión padecida en Euskadi durante el franquismo, violencia que sólo interesa a los que no desean ni la amnistía ni la normalización del País Vasco. Es asimismo interesante el editorial del día 18 de mayo , en el que aparece un comentario sobre las primeras alusiones comparativas de los casos vasco e irlandés, sin duda incomparables para el diario.

La defensa del estatuto vasco (y por alusión, del catalán) que hace El País en este periodo es patente en el editorial del día 14 de mayo , en el que además afirma que “el definitivo enterramiento del pasado” pasa sin ninguna duda por las elecciones de junio. También en el del día 17 , en el sigue manteniendo esta tesis como “tercera vía” entre el centralismo y el independentismo hacia la consecución del estatuto. Uno más, del día 19 , incide en el aspecto profundamente negativo de la retirada de los abertzales del entorno KAS de la contienda electoral. Por último, el del día 11 de junio , cuatro días antes de las elecciones, hace un repaso histórico y acaba apostando por “una paz inalterable para vivir al calor de sus leyes seculares”.

Si el vuelco del periódico sobre el País Vasco fue muy notable, no fue así, ni mucho menos en cuanto a la otra comunidad histórica: Galicia; y esto hace que el diario reciba varias quejas por ello, como las del día 22 de junio , ya celebradas las elecciones. Es asimismo interesante incluir aquí un irónico artículo del 27 de enero , buen reflejo de otra forma de sentir el problema regional. El articulista alude a la alteridad forzosa a la que se ha sumido a una comunidad, en este caso madrileña, que de repente se ve “privada de nacionalidad” por rechazo, y la necesidad de acogerse a ella so pena de verse incluidos en una “segunda o tercera división de regionales y pueblerinos”. El País acoge en este periodo un mayor número de artículos de otras regiones, fruto de la creciente sensibilidad regional y autonomista, destacando los de José Antonio Noguera Puchol sobre la posición valenciana (4 y 6 de enero), Juan Cruz Ruíz sobre Canarias (13 y 14 de abril) y Alejandro Rojas Marcos sobre Andalucía (14 de mayo).

El resultado de las elecciones generales del día 15 de junio, confirmó el liderazgo de UCD, la confirmación del PSOE como primera fuerza opositora, el PCE como tercera fuerza y el descalabro de AP y los demócratacristianos. Varios intelectuales accedieron al Senado español (Marías, Spottorno, Sampedro, Cela, Serrahima, etc...), y el nacionalismo no alcanzó el resultado esperado, siendo claramente vencedora la izquierda en Barcelona y el PNV en Vizcaya y Guipúzcoa, pero por estrecho margen sobre el PSOE, siendo incluso tercera fuerza en Álava. Se había consolidado el panorama político español, para tranquilidad de El País y de la ciudadanía española.

III. HACIA LA CONSTITUCIÓN (15 de junio de 1977 - 6 de diciembre de 1978)

Este periodo se caracteriza por dos fases: la primera, corresponderá a la restauración de instituciones, creación de nuevos organismos como formas de diálogo y elaboración de borradores preautonómicos. Es, pues, un periodo de consensos, pactos y restauraciones, que culmino con la concesión preautonómica a Euskadi, el 31 de diciembre de 1977. El segundo, corresponde al largo y duro proceso de debate que terminó con la aprobación de la Constitución y la definición del nuevo estado español.

III.a.- Consensos, pactos y restauraciones (15 de junio - 31 de diciembre 1977).-

La situación.- Este periodo contempla la primera reunión de los siete redactores del borrador de la futura Constitución (2 de agosto, el primer borrador saldrá a la luz el 23 de noviembre en Cuadernos para el diálogo), las Cortes conceden al fin la amnistía (15 de octubre) y el 27 de octubre tiene lugar el primer diálogo de las fuerzas políticas, sindicales y empresariales con el Gobierno para solucionar el conflicto socio-laboral mediante acuerdos pactados (Pactos de la Moncloa). y el PSOE ya hace pública su declaración de no descartar la monarquía como forma de Gobierno. En el aspecto internacional, España ingresa en el Consejo de Europa (día 24 de noviembre), firma el Tratado Hispano-Portugués (22 de noviembre, que sustituye al Pacto Ibérico entre Salazar y Franco del año 1938) y sufre el conflicto con el Polisario, que se complica con el independentismo canario del MPAIAC, defendido por aquellos y posteriormente, en la agenda de la OUA. Hablando del terrorismo, hubo una escalada de todo signo (ETA, GRAPO, Triple A, MPAIAC), con los tristes atentados de El Papus (20 septiembre), de la Mutua Laboral de Santa Cruz de Tenerife (24 de noviembre), el asesinato del presidente de la Diputación de Vizcaya en Guernica (8 de octubre), del comandante Imaz en Pamplona (28 de noviembre, que supuso un enfrentamiento entre ETA pm y ETA m) o incluso el frustrado en Mallorca dirigido al Rey y Suárez (17 de agosto). Una buena noticia: la cúpula del GRAPO es detenida el 10 de octubre.

En Cataluña, este periodo se define por la restauración de la Generalitat. Tras los resultados electorales, con la victoria de la izquierda en Barcelona, Suárez acelera el diálogo con Tarradellas para restablecer la institución y retrasar el Estatuto hasta después de la Carta Magna. La Asamblea de Parlamentarios, constituida tras las elecciones (25 de junio), trata de acelerar la elaboración de aquel (con el socialista Joan Reventós a la cabeza), pero las reuniones unilaterales del Honorable con Suárez (Sánchez Terán fue quien llevó toda la negociación) terminan por imponer el deseo de ambos, restableciéndose la Generalitat el 29 de septiembre (las disputas con el senador Benet, que se mostró en contra de ese unilateralismo negociador, supuso la destitución de éste en la comisión). Tarradellas tenía su institución, pero era inestable, ya que no estaba aun aprobado un estatuto de autonomía que la refrendase. En realidad, inicialmente sólo disponía de las competencias de la Diputación de Barcelona, con algún traspaso más simbólico que efectivo, pero se había dado un paso importante. Un triunfo político para ambos mandatarios. Tarradellas jura lealtad al Rey (18 de octubre) y designa al conseller de la Generalitat en la figura de Frederic Rahola (5 de noviembre), pero se resiste a formar gobierno rápidamente (lo hará el 3 de diciembre), en busca de más atribuciones tanto políticas como presidencialistas.

La Asamblea de Parlamentarios Vascos se había configurado igualmente tras las elecciones (21 de junio), pero en este caso, serán las dos listas más votadas (PSOE-PNV) los rectores de la acción política, quedando el lehendakari en un plano testimonial. Los problemas de consenso entre ambas formaciones y el Gobierno parten de dos asuntos: el procedimiento para restaurar las Juntas y el sempiterno problema navarro (donde además, la fuerza mayoritaria era UCD). El PNV pide el restablecimiento de los derechos vascos por decreto-ley y aboga por una salida confederal para el Estado español. El 20 de septiembre entregarán el borrador preautonómico tras negociaciones con el ministro Clavero, la preautonomía les será concedida el 31 de diciembre.

Como corresponde a la dirección autonomista que estaba tomando la realidad española, se preparan los borradores autonómicos de varias regiones (Asturias, Canarias, Andalucía, Baleares, Castilla León) y se celebran Diadas en Cataluña, Valencia y Palma de Mallorca. El caso gallego sigue sin presentarse con claridad: las elecciones no dieron más que un 6% a los nacionalistas (refundidos y segregados continuamente), lo que generó disputas en el seno de los partidos de ámbito estatal (los triunfantes) sobre cómo dirigir el proceso autonómico. Por ello no lograron constituir su Asamblea de Parlamentarios hasta septiembre ni conseguir su preautonomía hasta el 11 de marzo de 1978.

El triunfo de los partidos de ámbito estatal y el relativo fracaso de los nacionalistas (o su ausencia en muchas regiones) había iniciado un fenómeno propio de la asimetría española: la ocupación de nuevas y prometedoras parcelas de poder por los primeros, de gran trascendencia en la configuración del futuro Estado Autonómico.

El País.- En cuanto a la posición autonomista de El País, cabe destacar un primer editorial en el que el diario se manifiesta por primera vez de forma asimétrica en cuanto a la cuestión regional: “Sin duda, puede haber institucionalización de las regiones en régimen de autonomía para Andalucía, Aragón o Castilla; pero ni su arraigo popular ni su alcance pueden ser similares a las instituciones de autogobierno que reclaman las nacionalidades históricas”. Muy Interesante es otro del día 18 de octubre , en el que apunta que “la discusión entre federalismo y autonomismo es una polémica puramente verbal: las estructura autonómica puede tener mayor potencialidad de autogobierno que la federal”, y, en base al camino histórico y la realidad española, incide de forma clara sobre el despropósito del independentismo. Más claro es aun en el del día 6 de diciembre , en el que hace un repaso del panorama reivindicativo regional, reiterando su opinión asimétrica y antifederalista: “Que la autonomía de las regiones o de las nacionalidades del Estado español tienen diversa gradación [...] Los estados secularmente unitarios no se federalizan en un trasunto desde la autocracia a la democracia, más que para abocar en regresiones autoritarias”.

En el caso catalán, el diario se congratula de la “solución Tarradellas” para restablecer un primer puente de autonomía hacia la región, y así lo hace saber en su editorial del día 3 de julio , pero igualmente se lamenta del papel marginal concedido a la Asamblea de Parlamentarios y de la intuición de una igualación del Gobierno en una futura Ley General de Regiones (“ es evidente que las instituciones de autogobierno en Cataluña y Euskadi no pueden limitarse a ser mecanismos de una reforma regional generalizada”). La figura de Tarradellas seguirá siendo atacada por el diario a causa de su personalismo presidencialista, como lo expresa el desacuerdo del editorial del 1 de septiembre por la destitución del senador Joan Benet de la comisión negociadora.

El acuerdo sobre la Generalitat será publicado el 11 de septiembre , coincidiendo con la celebración de la Diada, y un editorial del día 13 del mismo mes celebra ambos hechos, a la vez que vuelve a incidir en las dependencia que tiene dicho organismo de su presidente, que irá en detrimento de los diputados electos en junio. En cuanto al restablecimiento en sí de esta institución, el editorial del 30 de septiembre reconoce como positivo el contenido del acuerdo de Perpiñán, aunque provisional (“sólo las Cortes y la futura Constitución podrán restablecer la [solución] definitiva”), pero, igual que en el caso vasco, considera que su autonomía es condición necesaria para restablecer la democracia, que sin ellas es inviable. Vuelve a incidir en el papel decisivo y final de las Cortes y la Constitución en la columna del día 25 de octubre , recomendando no abusar de los preacuerdos autonómicos hasta que no se promulgue la Carta Magna, y mostrándose receloso del posible intento de igualación del Gobierno en estas materias, que iría en perjuicio de las comunidades con mayor exigencia popular. En el editorial del 11 de diciembre , advierte sobre el ejemplo paradigmático que supone Cataluña para construir el resto de las autonomías, advirtiendo sobre dos peligros: permitir la pluralidad de los inmigrantes dentro del ámbito nacionalista y no ofrecer una imagen de “cabildeos” en cuanto a la estructuración de sus cuerpos administrativos.

El País Vasco ofrece una situación muy distinta. Hay dos posturas acerca de la preautonomía, que se ven con claridad en los documentos siguientes: el 1 de septiembre , Jesús Ceberio informa sobre la postura confederal del PNV, basada en las Juntas Generales; por el contrario, el PSOE, según artículo del 11 de agosto basaba todo su esquema de régimen transitorio en los parlamentarios, que no juegan ningún papel para los nacionalistas. En cuanto al Lehendakai, una entrevista del 16 de septiembre deja a las claras su deseo de dejar la iniciativa a los parlamentarios (tampoco se define sobre el problema navarro). Por último, una columna de 10 de agosto , firmada por el nuevo presidente del PNV, Carlos Garaicoechea trata de acercar a Navarra hacia la tesis confederal basada en el pacto entre las diferentes Juntas y Consejo, advirtiendo del peligro de quedarse sólo con la simple concesión de unos fueros. Por fin, el 16 de septiembre se da a conocer el acuerdo entre PSOE y PNV, por el que se restablecerían las Juntas y Consejo Foral, pero elegidas por sufragio universal teniendo en cuenta los sufragios del 15 d junio, además de restablecerse el concierto económico. En el mismo artículo, Xavier Arzalluz admite que el problema navarro está por resolver. El País dará a conocer el texto del proyecto de decreto-ley el 26 de noviembre .

El tema navarro fue origen de amplia literatura de signo diverso dentro del diario. Así, el 18 de agosto , Jesús Aizpun, diputado navarro de UCD hace una defensa del navarrismo como forma peculiar de un reino en España, que nada tiene que ver con lo que califica de “colonialismo vasco”. Los días 21 y 22 de diciembre, ya en vísperas de la preautonomía de Euskadi, el diputado socialista Gabriel Urralburu expone que Navarra “sin perjuicio de su propia autonomía [...] debe establecer vínculos institucionales con el País Vasco”, abogando por establecer una fórmula democrática para lo que a su juicio es más conveniente: la integración de Navarra en el Consejo General Vasco. La posición de El País puede entreverse en el editorial del día 4 de diciembre , por un lado, favorable a las tesis democráticas socialistas, lamentando tanto los actos organizados por la Diputación Foral como el asesinato del comandante Imaz por ETA (no obstante, ofrece el día 6 un estudio de Sofemasa mostrando que el resultado popular en la región no es favorable al nacionalismo vasco, aunque sí al mantenimiento de la foralidad). Por otro lado, se muestra contrario a la negativa de UCD (editorial del día 18 de diciembre , ya acordado el texto preautonómico), del retraso en la aplicación del decreto-ley, en buena parte por esta cuestión, pues los parlamentarios centristas se niegan a aceptar el texto. El País les recuerda que “a los navarros se les invita, no se les obliga a entrar”. Por su lado, ETA y la izquierda abertzale continúan en su quimérico esfuerzo de contener el devenir autonómico en virtud de la autodeterminación por la vía más radical. Baste como ejemplo el comunicado de Telesforo Monzón a Europa Press el día 28 de diciembre , tres antes de la proclamación, por fin, de la preautonomía vasca. Sería inútil, por reiterativo, detenerse sobre la larga lista de editoriales que el diario vierte condenando la escalada de ETA para impedir el proceso. No obstante, fueron abundantes .

Galicia sigue ciertamente desatendida por el rotativo, tan sólo con información puntual de hechos concretos o alguna alusión pertinente (no más de dos líneas en alguno de los editoriales anteriores). Como ejemplo de tal parquedad, sirva la información breve y sucinta del 6 de octubre sobre su proyecto de régimen transitorio autonómico. Más atención recibió la cuestión canaria (por las acciones de MPAIAC, el conflicto saharaui y las declaraciones de Argelia y OUA), y así se refleja en unos extensos artículos de Pedro Fernaud sobre la situación, y, por parte de la opinión del diario, en dos editoriales. El primero, del 1 de julio , expresa la necesidad de que el tema canario se sustraiga del entorno colonialista propuesto por Argelia, sugiriendo al Gobierno firmeza en esta cuestión. El segundo, del 15 de diciembre , habla de las penosas condiciones sociales en que el franquismo dejó sumidas a las islas, incidiendo en su prioritaria necesidad de atención.

III.b.- El largo debate hasta la Constitución (1 de enero – 6 de diciembre 1978 ).-

La situación.- Muchos y muy delicados fueron los aspectos a debatir para construir el Estado Autonómico. El texto de la ponencia presentado por la comisión, fue publicado en el B.O.E. el 17 de abril. Tras ello, se sucederán intensos debates, siendo de máxima importancia los relativos a la definición del propio Estado en base a su nueva realidad plural, con una palpable tensión entre el Gobierno, tendente a igualar las situaciones con el fin de rebajar las demandas catalanas y vascas, y estas dos comunidades . La monarquía parlamentaria fue aprobada el 5 de julio, igual que las nacionalidades, pero su encuadre constitucional no satisfizo a la representación nacionalista vasca, que terminará por no firmarla. Este duro proceso iba coincidiendo con una gran escalada terrorista de ETA, algún golpe de GRAPO y de la extrema derecha (del que el propio periódico fue víctima el 30 de octubre), que obligó al Gobierno a hacer un decreto-ley antiterrorista el 30 de junio. Los restos del “bunker” comenzaban a inquietarse (el 20 de noviembre se detecta la “operación Galaxia”) y el propio texto constitucional tambaleó la formación de Manuel Fraga. A pesar de estos problemas, el 1 de noviembre las cámaras lo aprobarán, y será por fin refrendado el 6 de diciembre.

En el ámbito catalán, se suceden las quejas por la lentitud en los traspasos de competencias, por la elaboración del propio Estatuto y por las elecciones al parlamento catalán, hecho que se recoge en forma de abucheos a Tarradellas el 30 de mayo en Santa Coloma. Enfrente tiene un socialismo unificado (fusión PSCr - PSCc y la Entessa de los senadores). Ambos grupos tratarán de acelerar el texto autonómico frente a la lentitud de Tarradellas, más proclive a obtenerlo tras conseguir potestades reglamentarias, transferencias, y bilingüismo, es decir, consolidación de la Generalitat y de su posición. El Estatuto catalán se irá acelerando, no obstante, desde septiembre; el 3 de octubre llegan las primeras transferencias y el 21 de ese mes, El País desvelará el contenido del texto autonómico, que quedará perfilado el 7 de noviembre. Como era intención de Suárez, el Estatuto se otorgaría después de aprobada la Constitución.

El problema más importante, vino del lado vasco. Primero, las secuelas del conflicto navarro. Segundo, la lucha por la presidencia del Consejo General Vasco (constituido el 17 de febrero) entre Ajuriaguerra y el socialista Rubial, que será al fin elegido. Tercero, la definición de los conciertos (fundamental para refrendar la constitución, según expresa Garaicoechea en septiembre). Cuarto, la disparidad de criterios sobre la composición de las Juntas entre PNV (Sufragio universal) y PSOE (representación territorial). Quinto, el problema de la soberanía, que les llevará a abstenerse en la aprobación de la Constitución.

El PNV no aceptó que no se aprobara su propuesta sobre el reconocimiento de los derechos forales como soberanía originaria vasca, a pesar de que el texto constitucional admitía su estátus como nacionalidad histórica y amparaba tales derechos, pero dentro de la Constitución Española. La realidad es que el PNV volvía a utilizar el “péndulo”, votando en contra de la inclusión en el texto del derecho de autodeterminación (propuesta del diputado de EE, Letamendía, el 17 de junio), pues, en palabras del propio Arzalluz, no había voluntad política de aprobar la Constitución e integrarse plenamente en el nuevo Estado. Todo este proceso supuso varias tensiones: con UCD por el asunto navarro (con la aquiescencia del PSOE), con la Cámara por su concepto de soberanía (alejamiento del PSOE, que comparte acuerdo con UCD en este tema) y con el PSOE (que no firmará el contenido del Estatuto), derivado del problema anterior.

En cuanto a la realidad abertzale, por un lado hay una gran escalada terrorista hasta la firma de la Constitución (después lo será aun mayor), y por otro una reestructuración del ámbito radical, con la legalización en enero de EIA (Partido Para la Revolución Vasca), la creación en primavera de Herri Batasuna, brazo político de ETAm, y la presencia de EE como expresión de ETApm, desligada de la violencia. El cuadro terrorista se había estructurado políticamente, y también una izquierda nacionalista no violenta pero que justifica la vía etarra. La tensión se ubicaba, pues, desde dentro del propio ámbito vasco hasta el resto del territorio español.

A pesar de todo, se logrará configurar un borrador del estatuto vasco el 7 de diciembre, pero como en el caso catalán, tendrá que esperar al año 1979 para ver la luz definitivamente.

En Galicia surgen disputas en cuanto a la presidencia de Cabanillas para la Xunta, proponiendo UCD en marzo a Juan José Rosón, criticado por los nacionalistas como fuente válida para discutir sus demandas. A pesar de todo, la Xunta de Galicia se constituirá el 19 de abril, y el 13 de junio se designará su gobierno preautonómico, llegando las primeras transferencias el 16 de noviembre. Su estatuto definitivo llegará también al año siguiente.

El resto de las regiones aceleran sus instrucciones y estatutos. El caso más delicado es el canario, afectado por la acusación colonialista de la OUA (que apoya al MPAIAC). La muerte de Bumedian y el reconocimiento de Estados Unidos y la Unión Soviética de la españolidad de las islas aclararán el panorama, pero el Frente Polisario continua atacando a los pesqueros. El 11 de marzo será aprobada su preautonomía, a la vez que las de Aragón y Valencia. Andalucía tendrá la suya el 20 de abril (su Junta se formará el 28) y Extremadura el 3 de junio (junto a Baleares y Castilla-León). Quedan en proceso la murciana, asturiana y madrileña (que en un principio estaba ligada a Castilla-La Mancha). El Estado Autonómico es un hecho.

El País.- En cuanto a su idea de Estado, El País vuelve a mostrar sus temores en editorial del 22 de enero en cuanto a una España uniformemente regionalizada, compartiendo los temores de Tarradellas de que esta posible tábula rasa vaya en detrimento de los intereses de las nacionalidades históricas. Cita textualmente: “el proyecto de un estado regional [...] no implica [...] que fabrique un troquel de regímenes autonómicos para la repetición indefinida de formas idénticas”. Su columna del 31 de marzo no tiene desperdicio: “España es una nación que existe como tal desde hace cinco siglos [...] una de las primeras nacionalidades de la historia del mundo [...] No hay que confundir el proceso autonómico, que no es más que un deseo de personalización de los diferentes territorios que configuran la realidad española y un mecanismo de rechazo del centralismo a ultranza que el país ha padecido durante ocho lustros, con un simple asomo de disgregación de España”. Igual de explícito es el siguiente párrafo, de su editorial del 24 de mayo , un comentario al artículo 2 del anteproyecto constitucional: “a los abogados de los términos indisoluble e indivisible les faltó seguridad y convencimiento en la causa que defienden. La unidad de España es un hecho que no necesita retórica para mostrar su evidencia”. Tras esta declaración, incide en la necesidad de solidaridad entre nacionalidades y regiones que contiene este mismo artículo (términos para designar realidades distintas. De nuevo la asimetría).

Sus tres editoriales de diciembre, previos al referéndum, son una firme defensa del hecho constitucional. En el del día 2 , sitúa el voto del “no” en dos ámbitos: el inmovilista e irracional de la ultraderecha y el de la izquierda abertzale vasca, cuyo recuento indicará las tensiones y contradicciones entre ésta y el PNV. El del día 3 , sobre la abstención, sitúa al PNV en la “tierra de nadie” devenida del “doble alma del partido fundado por Sabino Arana y su hamletiana indecisión a la hora de optar claramente entre la autonomía posible y el independentismo improbable”. En el del día 5 , sobre el “sí”, es una invitación a tomar esta postura, abiertamente adoptada por el diario, pues, como cita, “se vota o no a favor de la libertad”. Tras la aprobación popular, su editorial del día 8 celebra con júbilo el hecho y la derrota de los antidemócratas.

Cataluña, como vimos, camina de la mano de Tarradellas, que en entrevista del día 5 de febrero reafirma la importancia de su labor en la Generalitat para la normal consecución del Estatuto. Es significativo el editorial del día 4 de abril , en el que el diario abandona la crítica hacia su personalismo en virtud de lo conseguido y pide la rápida concesión de transferencias y estatuto hacia Cataluña. El día 21 de octubre, El País adelanta el texto del anteproyecto autonómico catalán. A pesar de la buena cantidad de artículos acogidos en el diario por reputadas firmas, el diario no se prodiga en más editoriales. Está claro que el problema más inmediato no se encuentra en esta región.

En efecto, el diario se vuelca en este trascendental periodo en el País Vasco. Los editoriales dedicados al proceso político, se entremezclan con tal cantidad de ensayos condenatorios del terrorismo, que vuelve a ser justo indicarlo y no detenerse en ellos, pues contienen el inevitablemente repetitivo tono de tristeza, condena y repulsa que produjo la fuerte escalada terrorista. No obstante, tampoco faltan duras acusaciones hacia la impunidad con la que se manejaron las fuerzas de orden público en el País Vasco como respuesta a la fuerte escalada de atentados. Sirvan como muestra los editoriales de los días 11 y 15 de julio.

Los procesos de apertura hacia la singularidad vasca comienzan con un aplauso del rotativo hacia la legalización de EIA en editorial del 21 de enero , celebrando que la izquierda abertzale elija las urnas en lugar de las armas. Tras la constitución del Consejo General del País Vasco, el 19 de febrero el diario hace un repaso a la dicotomía PNV-PSOE, que en estos momentos se declaran confederales, pero con diferentes horizontes soberanistas, complicado además por la cuestión navarra, zona de menor influencia del PNV.

En cuanto a los contenidos autonómicos del proyecto constitucional, el rotativo comienza con un comentario a la reintegración foral , que considera fundamental en el avance del proceso a pesar de su raigambre histórica: “Las fuerzas vasquistas tienen, ciertamente, el peligro de caer en la anacronía y el particularismo”. Pero tras la negativa del PNV a aceptar dicha restauración bajo el paraguas de la Constitución , el día 4 de julio el diario expresa de forma radical la necesidad de que el nacionalismo vasco no trate “de no perder los votos vascos abiertamente independentistas”, pues “ETA continuará asesinando con la cobertura y las indecisiones del PNV”. Termina afirmando que “las graves responsabilidades históricas del PNV habrá que imputárselas no a su maquiavelismo, sino a su doctrinarismo, más propio de una política de alcanfor que de una sociedad joven y moderna”. En términos parecidos se expresa en la columna del día14 de septiembre .

Se había decretado la amnistía a finales de 1977, se había abolido la pena de muerte (agosto del 78), se habían reconocido los derechos históricos, se habían incluido los conciertos en el texto preautonómico y se había articulado la fórmula para la inclusión navarra en el estatuto tras plebiscito. Fue inútil, el nacionalismo vasco buscaba su soberanía y, al modo tradicional, un pacto con la corona. La propuesta de Letamendía, diputado de EE, sobre la inclusión de la autodeterminación en el texto, fue rechazada por el pleno, y aunque el PNV acató la oferta gubernamental en un principio, al final se vió desbordado por su péndulo soberanista y presentó su enmienda en estos términos. El 20 de septiembre, tres senadores de la Comisión, de designación real, fueron decisivos en la aprobación de ésta, que sacaba fuera del marco de la Constitución el refrendo de los derechos forales, lo que supuso una profunda crisis, con una fuerte respuesta de UCD (y el PSOE) para devolver aquellos a sus cauces constitucionales, y con la consiguiente respuesta agitadora del PNV. El País opina sobre tal hecho el día 21 de septiembre : “Una disposición adicional de la Constitución que saca fuera de la misma [...] el tratamiento de la autonomía vasca y lo confía a lo que pudiera resultar de negociaciones entre los representantes de Euskadi y el Gobierno (ni siquiera las Cortes) del Estado es un absurdo digno de la pluma de Lewis Carroll”.

Arzalluz inflama a las masas y el terrorismo golpea de nuevo (y van 78 víctimas hasta el momento). Un nuevo editorial del día 26 del mismo mes sobre estos hechos vuelve a hacer hincapié sobre que “cualquier solución al tema del País Vasco se hará siempre en el seno de la Constitución”. En esta fecha, el PSOE hace un comunicado para incluir el estatuto dentro del marco constitucional (acuerdo con UCD), que será rechazado frontalmente por el PNV dos días después. La respuesta del diario, el 3 de octubre incide sobre la contradicción existente en el seno del partido nacionalista, las presiones abertzales y el error histórico de no someterse al marco constitucional. Otro, del día 12 del mismo mes , advierte sobre el peligro de desatar sentimientos antivasquistas y antiespañolistas.

El PNV convocará el día 13 una manifestación contra la violencia (para el día 28, con la negativa de gran parte de sus bases), cosa que celebra el diario el día 22 , pero Arzalluz continuaba azuzando las llamas en el País Vasco (día 14 de octubre) y Garaicoechea (día 28) reafirmando sus tesis soberanistas y la situación con las bases y los abertzales.

Tras duras disputas, con el sombrío panorama de ETA y la ultraderecha, la postura abstencionista del PNV, la negativa abertzale y de algunos diputados de AP, al fin el texto constitucional verá la luz parlamentaria el 1 de noviembre, quedando listo para su aprobación en referéndum.

Pero antes de referirnos a la Carta Magna, incidiré de nuevo sobre la paupérrima atención que dedica el rotativo a la otra comunidad histórica, Galicia, sin editoriales y con sólo una “tribuna”, la de Paz Andrade del día 23 de marzo, en la que se lamenta del, en su opinión, posible nuevo caciquismo de la UCD sobre la región, causa del retardo en las concesiones de sus demanda.

Mayor atención recibe, por lo expuesto al principio del capítulo, el caso canario, pero vinculado a su realidad de conflicto internacional. Un editorial del día 21 de febrero advierte sobre la posición estratégica del archipiélago para los interesas de las potencias en cuanto a mantener “estados títere” en África. De ahí, su rechazo el día 26 de la resolución de la OUA de aprobar al MPAIAC, “ofensa a nuestra soberanía”, a juicio del diario, que pide una solución urgente a su empobrecida realidad social en columna del 1 de marzo .

El 6 de diciembre la Constitución fue refrendada por el pueblo español, con un 87,87% de síes, aunque con un censo más bajo que el del referéndum para la Ley de Reforma. El caso vasco, el más reticente, sin duda y a todas luces sabido, presentó un aprobado a la carta de sólo un 43% de media (un 11% votó en contra y el resto se abstuvo). El editorial del 8 de diciembre analiza estos datos , siendo abundantes los ensayos que celebraron y analizaron el beneplácito popular a la Carta Magna y el decisivo momento histórico que nació con ella.

IV. CONCLUSIONES


Las conclusiones que pueden extraerse del análisis de la hemeroteca del diario en este periodo son, a mi juicio, las siguientes:

En cuanto a su concepción del Estado español, El País sustenta una idea “plural y unitaria” del mismo, como “dos caras de la misma moneda”, declarando la construcción autonómica como condición imprescindible para culminar el estado democrático. Responde esto a su deseo de construir un estado descentralizado, pero no tendente al independentismo; que no sea una mera descentralización burocrática sino un estado a medio camino entre ésta y el federalismo, con el cual se muestra abiertamente disconforme. Es una clara apuesta por un estado autonómico, al que atribuye ventajas sobre el federal, cuya realidad desconoce el pueblo, carece de tradición en nuestro país y supone unos acuerdos entre soberanías previas que no existen. Su discrepancia con el federalismo le aleja en este punto del PSOE y de gran parte de la izquierda la oposición nacionalista, sintiéndose en este sentido más deudor de la herencia liberal.

Nunca pone en tela de juicio la realidad española (habla de nación y estado español indistintamente), afirmándola como realidad histórica y “ente de derecho” desde la constitución gaditana, entendido dentro de la idea de “patriotismo constitucional”, al modo de Habermas, siendo por otro lado un devenir indiscutible de su existencia desde hace más de quinientos años. El moderno Estado español es un pacto ciudadano, susceptible por tanto de ser renovado y adecuado a los nuevos tiempos. Por esta causa su ideario entra a veces en conflicto con las reivindicaciones históricas, culturales, étnicas y lingüísticas que se plantean desde los nacionalismos periféricos.

Su deseo de eliminar escollos en el proceso de nueva construcción le lleva a afirmar que los términos “nación” y “nacionalidad” son puras cuestiones semánticas, de uso indiscriminado y poco ajustado. Casi huelga citar que su opinión de que todo estatuto autonómico no puede tener otro cobijo que el de la Constitución se ve ampliamente reflejada en numerosos editoriales.

Con el transcurso del tiempo, va cambiando su idea de construcción regional, pues si en sus inicios abogaba por un acuerdo justo y equilibrado para todas las regiones, los hechos le harán variar de opinión, instando al gobierno a acelerar los procesos catalán y vasco (modelos para el resto del país) y entendiendo como más justa una solución asimétrica, a tenor de las palpables diferencias existentes. Se aprecia un camino de progresión recorrido por el diario, pues si hasta el referéndum de la Ley de Reforma se mostraba reticente con los conceptos de “nación” y “nacionalidad”, de “Estatuto del 32” o de “etnicismo”, (temeroso de una posible vuelta de estructuras “obsoletas”, es decir, que muevan a un conflicto irracional y obstaculicen un nuevo estado), la realidad social y parlamentaria le irá haciendo admitir tales ideas como punto de partida para un entendimiento (sobre todo, desde la segunda mitad de 1977, con el restablecimiento de la Generalitat y el acuerdo preautonómico vasco), haciéndose paladín de sus reivindicaciones en muchos editoriales. Así, su idea inicial en pro de acuerdos basados en un diálogo nuevo y sin cargas históricas, se transformará en el paulatino reconocimiento de las demandas catalana y vasca (cita la gallega en muchas ocasiones, pero no incide sobre ella), admitiendo de forma pragmática las restauraciones de regímenes históricos, pues, sea como sea, lo fundamental para el rotativo es el cambio de régimen, la instauración de la democracia.

Como cito, los hechos consumados tornaron sus posiciones en virtud de esa máxima preocupación. Así, en el caso catalán, de mostrarse inicialmente en contra de la negociación Suárez-Tarradellas para el restablecimiento de la Generalitat por haber arrinconado a la Asamblea de Parlamentarios, con posterioridad califica el resultado de positivo, e incluso insta repetidamente al Gobierno a acelerar las transferencias y a aprobar su estatuto. Igualmente sucede (y con más intensidad, dada la gravedad del problema) en el caso vasco, cuyas reivindicaciones históricas, que tilda de “anacrónicas” y de privilegio y agravio comparativo con otras regiones, son demandadas con premura al Gobierno a lo largo del año 1978. Es muy significativo el caso de Euskadi, en el que, a lo largo de este año hace una defensa de su postura de resistencia frente al franquismo y de sus tradiciones, aunque siga considerando que sus demandas necesiten una revisión más justa dentro del futuro estado, y, desde luego, dentro de él, rogando al PNV la clarificación de sus posturas y el acatamiento de la Constitución por la paz y la unión de los pueblos de España.

Democracia, paz y diálogo, estos son los cauces para alcanzar el nuevo Estado. El País muestra continuamente sus temores en todos aquellos aspectos que contribuyan a obstaculizar el proceso. Ya hemos observado su reacción frente a los nacionalismos, pero hay otros que inciden directamente en este problema. Así, si en la campaña para el referéndum de la Ley de Reforma daba pleno sentido al abstencionismo o al “no” (entendidos sólo como ejercicio de libre expresión frente al previsible triunfo de la propuesta de Suárez, fruto del temor subyacente en la mayor parte del progresismo español a un continuismo disfrazado), pero no tiene ninguna duda hacia el “sí” en el referéndum sobre la Constitución, tras los tensos momentos con los parlamentarios vascos, el terrorismo de ETA y la ultraderecha (terrorismo y “operación Galaxia”). Tampoco le duelen prendas para condenar tanto la crueldad e inutilidad de los atentados como las excesivas e indiscriminadas respuestas policiales del gobierno, celebrando felizmente las diferentes amnistías.

Por último, hay que hacer constar que aunque hubo muchas y muy interesantes artículos sobre otras regiones (Galicia incluida, ya vimos que no tuvo el tratamiento editorial que esta comunidad histórica merecía), las columnas de opinión del diario fueron realmente escasas, proliferando sólo a colación de estos aspectos: la no proliferación de odios entre regiones, la justicia en el reparto, la necesidad de acelerar el estatuto canario en base al problema africano, a la soberanía española y a su penosa realidad social en esos momentos. El diario no se pronuncia de forma concreta sobre la estructura autonómica general (por ejemplo, las vías “rápida y lenta”), sino de una forma muy general sobre los peligros a superar para obtener un resultado positivo al final del proceso.

Como última reflexión, El País fue un medio de carácter abierto, flexible, inteligente y pragmático ante los hechos, con la idea primordial de llevar a buen puerto la construcción democrática (que pasa inexcusablemente por el reconocimiento de los derechos de sus regiones), refrendador de la realidad diversa del país como “otra cara” de su propia unidad. No puede ser tachado de antinacionalista en modo alguno, pues jamás se opuso al desarrollo de estatutos, estructuras políticas y competencias (incluso denuncia la lentitud en llegar a los acuerdos pertinentes) de las comunidades solicitantes. La crítica sólo procede de sus iniciales definiciones sobre este concepto, más condicionadas por temor a la destrucción del Estado a causa de posturas intransigentes, que a la negación de sus demandas, postura que, como vemos visto, fue continuamente matizada en base a los acontecimientos. Nunca recibieron los derechos de las nacionalidades históricas trato vejatorio o descalificante, sino adjetivos referidos a una posible falta de adecuación a los tiempos.

Un Estado nuevo creado por unos consensos nuevos, esta es la idea que subyace en su espíritu, postura lógica tras el involucionista paréntesis franquista, del que repetidas veces se lamenta. El franquismo hizo un flaco favor a la idea de España, una idea que necesitaba tanto desprenderse de su negativo lastre histórico como de una nueva formulación. Por ello, su talante progresista está fuera de toda duda, y sólo su temor a la disgregación del proceso de construcción del Estado ha podido generar alguna confusión sobre sus postulados, que sólo desde las perspectiva que dan los años puede contemplarse como injustificada.

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